La herida sigue abierta: los lesionados del 22 de abril
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La herida sigue abierta: los lesionados del 22 de abril
28 años después de las explosiones en el barrio de Analco en Guadalajara, la investigación que desarrolla el profesor Jorge Eufracio nos acerca a las historias de los sobrevivientes, su lucha diaria por la justicia, en contra del abandono, desatención e indiferencia de las instituciones y la sociedad.
Texto por Jorge Eufracio Jaramillo
Fotografias por Claudia Hernández Rivas
Desde hace más de cuatro años desarrollo una investigación centrada en la Asociación 22 de Abril en Guadalajara A. C., la cual tiene la particularidad de aglutinar a alrededor de 60 lesionados físicos de las explosiones del 22 de abril de 1992. Un hecho que dejó a cientos de heridos y muertos, así como innumerables pérdidas materiales, después de que la presencia y posterior ignición de gasolina en el colector del Sector Reforma destruyera varios kilómetros de calles. Una tragedia que sin duda pudo evitarse, pero que desafortunadamente quedó entrelazada a la negligencia (o dolo) de quien o quienes vertieron el combustible a las alcantarillas y al desconocimiento del resto de autoridades gubernamentales (municipales y estatales particularmente) para atender los constantes señalamientos de los vecinos acerca de los inconfundibles y penetrantes olores. Fue así como el desastre llegó a las 10:10 de la mañana de aquel miércoles de semana de Pascua.
Al principio de ese proceso de pesquisa sociológica, en el 2015, pretendía entender cuáles eran los elementos más visibles y característicos de las acciones colectivas de la mencionada agrupación, por lo que fijé la mirada en sus actos de protesta (plantones y manifestaciones) y en sus mecanismos de interacción con las instituciones del gobierno de Jalisco (desde el llevar un oficio de petición hasta asistir a una mesa de diálogo con funcionarios). Sin embargo, con el paso de las semanas, me di cuenta que el seguimiento de sus metas más explícitas, a decir, la consecución de una atención integral de la salud (que implica consultas especializadas, medicamentos, prótesis, estudios clínicos y cirugías) y de la entrada constante de dinero al fideicomiso del cual obtienen, en su mayoría (no todos han logrado entrar y no todos reciben el mismo monto), una pensión mensual, representaría una perspectiva muy parcial de algo mucho más amplio. Diría que hubiera sido un error garrafal en tanto sólo podría referirme a las consideraciones materiales del caso.
"Compañeros de mil batallas". Aniversario 25 del grupo: seguiremos en la lucha porque la herida sigue abierta. Sede de la Asociación 22 de abril en Guadalajara, 12 de mayo de 2018.
Fue gracias al constante contacto y participación en las actividades de la Asociación, que fui entendiendo los sentidos y significados que los lesionados (en especial de aquellos que más colaboran en la vida de la agrupación; en su mayoría mujeres de la tercera edad y discapacitadas) atribuyen no sólo a sus acciones públicas, sino también a las constantes apelaciones de la tragedia en el día a día. En concreto, me di cuenta que para tener una comprensión más plena de sus motivaciones y de la profundidad de los daños sufridos, era necesario aprender de ellos el peso sociológico que tiene el concepto de lesionados y cómo este se forja en el devenir de las experiencias rutinarias. En efecto, el continuo trabajo de campo con ellos, basado en la etnografía y en las entrevistas a profundidad, me hizo percatarme que sus afectaciones sólo pueden ser dimensionadas en el contexto de lo cotidiano. La vida cotidiana, aún no lo suficientemente valorada dentro de las ciencias sociales, se consolidó no sólo como una de las principales herramientas conceptuales, sino también como toda una estrategia analítica para aprehender, en la práctica de una investigación cualitativa profunda, lo que las secuelas físicas les han provocado a lo largo de los años y, por lo tanto, lo que éstas representan en términos del trastoque o seria modificación de un proyecto de vida y sus certidumbres.
"Porque la vida debe continuar". Aunque siempre regresan, seguido barro los recuerdos de aquel aciago miércoles. Hogar de Lilia Ruiz Chávez, 25 de julio de 2018.
Esta forma de entender el problema me condujo a considerar otras perspectivas teóricas e incluso filosóficas acerca del orden social. Sobre las primeras, acudí a la antropología y a la sociología de las emociones para explicar que la principal fuerza de la asociación para mantenerse en lucha por más de 27 años es el dolor visto desde dos perspectivas complementarias: 1) como dolor sentido (físicamente materializado en los padecimientos diarios) y; 2) como sentido del dolor (significado colectivo construido por los lesionados y que refiere no sólo a las causas de la tragedia, sino especialmente a las responsabilidades incumplidas o negadas por parte del Estado mexicano). De esta manera, no son sólo lesionados físicos, sino también morales. Con ello me refiero a un tipo de dolor surgido y agudizado por la continua desatención e indiferencia de las autoridades gubernamentales que, aun después de varios cambios de colores, han mostrado la misma cara.
Por otra parte, esta idea de dolor y lesión morales, me llevo a replantear, desde la filosofía social, mi entendimiento de las metas profundas de estas personas. En específico comprendí que, como lesionadas morales, no sólo luchan para ver sus demandas cumplidas ante las diferentes administraciones y funcionarios, sino también para oponerse a la invisibilización dentro de una sociedad que tiende fácilmente al olvido. Para mí, los esfuerzos de la asociación develan una confrontación directa a formas estructurales y, por ello, naturalizadas de menosprecio que se basan, para este caso, en el hecho de que la mayoría de los asociados son mujeres y hombres discapacitados y entrados a la tercera edad. Por lo tanto, cada que salen a reclamar sus derechos y a exigir respuestas, ponen al descubierto estas laceraciones morales de las que todo el conjunto social somos responsables. Asimismo, levantan la mano para demandar su legítimo lugar, su reconocimiento, como lesionados del 22 de abril y como portadores de la llaga abierta de Guadalajara.
"Aprendiendo Braille". Ante la calamidad, alternativas para seguir adelante. Hogar de Ignacio González, 19 de mayo de 2018.
Finalmente, diría que los científicos sociales tenemos una gran deuda con este tipo de grupos o sectores, pues el mundo nos demanda, cada día con mayor apremio, el más alto compromiso para la superación de las desigualdades. Por mi parte y por la de todos aquellos que, dentro del ITESO (y fuera de él) y en especial del CIFOVIS, hemos colaborado en este proyecto, estaremos apoyándolos vía los eventos académicos y artísticos, así como mediante algunas estrategias de incidencia, pero no sólo pensando en la próxima vigésimo octava conmemoración de las explosiones, sino en que los lesionados sean recordados y valorados más allá de abril de cada año, pues representan memoria viva y laceración expuesta de nuestra ciudad.
Exposición fotográfica
En el marco del 28 aniversario de las explosiones, el Centro de Promoción Cultural y el Centro Interdisciplinario para la Formación y Vinculación Social (CIFOVIS) unen esfuerzos para presentar la exposición "La herida sigue abierta: 22 de abril" en la Galería Jardín de la universidad.
La muestra fotográfica buscar dar reconocimiento a lo que los lesionados y sobrevivientes han tenido que vivir por los últimos años y consolidar la fecha en la memoria viva de nuestra ciudad. Una colección de 30 imágenes que corresponde a la autoría de Claudia Hernández Rivas y al Archivo de la Asociación 22 de Abril en Guadalajara, A.C.
Para conocer más de la exposición, da clic aquí.
Sobre el autor...
Jorge Eufracio Jaramillo es Licenciado en Geografía y Ordenación Territorial por la Universidad de Guadalajara, Maestro en Estudios Sobre la Región por El Colegio de Jalisco A. C. y Doctor en Ciencia Social con Especialidad en Sociología por El Colegio de México.
Sus temas de especialización son política, participación ciudadana, conflictos ambientales, territorio y poder y desarrollo regional. Actualmente desarrolla la investigación "Reconocimiento y agravio moral: el caso de los lesionados del 22 de abril de 1992 en Guadalajara". Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores y del Centro Interdisciplinario para la Formación y Vinculación Social (CIFOVIS), en ITESO.